Fue el primer hotel con encanto en el que recuerdo haber estado. Ha pasado a la lista de los que visito frecuentemente por tres motivos: su ubicación en Las Negras, su ambiente tranquilo y su junior suite con jacucci en la terraza.
No está a pie de playa pero tampoco le hace falta. Los desayunos son de los buenos y el servicio bastante acertado, como en casi todos los hoteles de Ruralka.
No es un hotel especialmente lujoso, es más bien rural pero tiene un rollo que te atrapa. El personal es encantador y las vistas son de esas que te persiguen días después, cuando ya estás de nuevo delante del ordenador en la oficina.
El pueblo de Las Negras ayuda a que este hotel esté entre los mejores recuerdos de la primavera y del verano. Es un pueblecito verdaderamente hippie en el que cervecear es todo lo más que puedes hacer, a parte de bañarte, relajarte y respirar profundo.
La cala de San Pedro es una excursión obligada. Hay un buen paseo a pie, aunque también se puede convencer a algún pescador para el viaje. En 5 minutos se puede llegar en barca sin ningún problema.
Otros lugares de obligada visita son la playa de los muertos y el restaurante La Chumbera (Aguamarga).