Hacía tiempo que quería visitar la arrocería Anou, que tan buenas críticas tiene en internet. Así que ayer puse la chincheta sobre su nombre en mi mapa de restaurantes de la ciudad.
Todo lo que pedimos estaba bueno. Los calamares: tiernos y sabrosos; las croquetas: elaboradas; el revuelto de foei: bastante acertado; y el arroz: en su punto. Así que con respecto a la materia prima y su elaboración debo de decir que el sitio merece una segunda vez y una recomendación.
Sin embargo hay algo que me decepcionó rotundamente. Éramos seis personas y queríamos pedir dos arroces. No pudo ser… El camarero nos indicó que por mesa sólo se puede pedir un tipo de arroz. Creo que esto es la primera vez que me ha pasado en mi vida. Así que me tuve que conformar con el deseo de la mayoría que quería comer arròs pelat y no pude pedirme el meloso de pato. Mi gozo en un pozo.
El ambiente está bastante acertado, digamos que es minimalista y con toda la luz que permiten sus ventanales en la calle Borrull. El servicio aceptable: ni muy rápidos ni muy lentos, ni muy profesionales ni poco. Eso sí, les sugeriría cambiar los cubiertos entre los primeros y el arroz.
Para los que tienen ganas de arroz y no quieren salir de la ciudad, ni pisar puro centro, es una opción muy buena porque tipos de arroz no le faltan a la carta y los hacen buenos, por contra los postres son escasos y poco sorprendentes. El precio es un motivo para repetir, en su web podéis consultar la carta y comprobarlo.
Para 6 personas: 2 de calamares con verduras, 7 croquetas, dos timbales de revuelto de foei, arròs pelat para 5, 3 postres, 3 cafés, 4 cervezas, 3 aguas y 1 botella de vino, 135 euros. La casa nos invitó a una mistela. Les pongo un notable.